El cuerpo en la terapia psicológica

El cuerpo en la terapia psicológica

El cuerpo en la terapia psicológica

 

El cuerpo ha sido muy despreciado por la psicología durante mucho tiempo, y lo sigue siendo. Puede que tampoco sea necesario en todos los casos tratarlo específicamente, pero sí es fundamental un mínimo de cuidado, de ejercicio, de buenos hábitos. Y de disfrute.

Vivimos en un mundo que está plagado de todo tipo de terapias, sólo hay que teclear cualquier palabra, y añadir -terapia y aparece anunciado por internet. La gente llama terapia a todo lo que le hace sentir bien, pero no se puede llamar terapia a todo ni todas tienen el mismo valor. Para algunas personas, eso significa ver la tele y comer helado porque se sienten “bien”. Pero la tele ni te cuida ni te alivia nada, más bien al contrario, hincharte de helado a menudo tampoco es sano. Así que no todo vale.

Tampoco  se trata de seguir ninguna dieta estricta, ni de hacer un ejercicio intenso y riguroso, pero si se come o duerme mal y no se mueve el cuerpo lo suficiente, la persona va a a pensar y a sentirse emocionalmente mal, casi seguro. Y muchas veces lo va a asociar a todo tipo de circunstancias vitales, y no al cuerpo, a lo erróneo de “pensar o sentirse mal”.

Y desde ahí tratan muchas terapias psicológicas, que tienen su utilidad, pero si no hay un mínimo cuidado en el cuerpo, la mente tampoco va a funcionar bien. Es más, la mayoría tiene más tendencia a estar en la cabeza que en el cuerpo, dándole vueltas una y otra vez a sus problemas, el parloteo mental. A estar ensimismados. Estas personas necesitan parar la cháchara incansable de sus cabezas y bajar al cuerpo, a las raíces.

El centro vital: Hara

En concreto, se baja a los pies, a las raíces que nos anclan a la tierra, evitando estar contínuamente en la azotea. Y tomar como el centro vital, no tanto la cabeza, sino el punto Hara o Tan tien, punto situado dos dedos por debajo del ombligo, de donde surge la respiración correcta. Hay ejercicios y una forma de caminar consciente que facilita dejar ese parloteo mental. Es la respiración abdominal o diafragmática natural, la respiración que hacemos siendo bebés. El psicoterapeuta y maestro zen Karlfried Dürckheim, le dedicó todo un libro: “Hara”.

Técnicas energéticas

La bioenergética creada por Lowen, que fue alumno de Reich, y éste a su vez de Freud. Trata en sus sesiones de sanar la energía corporal que está anclada, la persona tiene una estructura corporal que no sana sólo con la palabra, ya que el cuerpo tiene memoria, y tiende una y otra vez a reflejar en su vida los mismos patrones si no se libera este energía.

EFT, EMI, de las que escribiré próximamente, son técnicas igualmente de liberación emocional .

Estas técnicas energéticas se basan en la ancestral sabiduría de la acupuntura, el cuerpo está formado por unos canales y puntos energéticos sobre los que se puede actuar para lograr el equilibrio energético y, como consecuencia, el bienestar de la persona.

Hay muchas prácticas que implican al cuerpo y son muy positivas como el yoga, tai chi, chi kung, el tantra, la respiración holotrópica o la meditación (de las que ya he hablado)…algunos tipos de baile como la biodanza o la ecstatic dance; soltar el cuerpo, sin preocupación sobre cómo bailar, simplemente dejar ir al cuerpo. Si se desbloquea temporalmente la armadura mental, el cuerpo tiende a moverse. Como decía Nietzsche: “Yo sólo creería en un dios que supiera bailar»

Moverse, puede ser simplemente caminar, lo importante es poner en circulación toda esa energía. Dar un largo paseo por el campo ya mejora el ánimo

Tratando mente-cuerpo-energía como unidad

Todas las prácticas corporales de las que he hablado son muy importantes y pueden ser en sí mismas una terapia, pero no están completas sin la palabra, la mente no se puede despreciar y es el mejor instrumento (cuando es bien usado). Si no se trata de forma integral, el bienestar se reduce al tiempo de la práctica. La persona necesita comprender, integrar y expresar lo que sea que haya ocurrido para el equilibrio cuerpo-mente-energía.

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